lunes, 6 de mayo de 2013

Carta 5


Cartas en Montreal V

QUE TRATA DE CUANDO AGAPO BUENDÍA INICIA UNA FEROZ BATALLA CONTRA LA MEJOR AMIGA DE SU MÁS RECIENTE CONQUISTA, LO QUE PROVOCARÁ REACCIONES Y MIRADAS DE TODOS LOS TIPOS.

Lo peor, lo digo en verdad, lo peor que puede haber, y lo digo por experiencia, lo peor que te puede pasar, ¡créemelo!, pero lo peor lo peor, ¡dime que me crees!, es que la mujer que te gusta tenga una amiga posesiva. Resulta que Daniela tiene una mejor amiga en la Academia, Karla, y desde que andamos para todos lados tan juntitos, no ha tardado su pegajosa sombra en aparecer.

No vi a Daniela sino hasta el segundo descanso. Se encontraba sentada junto con Karla, que ya tenía actitud de policía. Llegué a saludar y me senté lo más cerca posible a ella, para poder hablar en español, pues nos lo tienen prohibidísimo. Por fin Karla entendió que nadie quería conversar con ella (sé que hablo por mí, pero en ese momento pensé que toda la humanidad pensaba lo mismo que yo) y se levantó con una excusa que apenas entendimos. Al fin solos:

- Te espero a que salgas de clases, ¿cómo ves?- propuse, pues cabe mencionar que ella sale una hora más tarde que yo.

- Bueno- contestó encogiendo sus hombros- pero te advierto que esperarme no es lo más divertido.

- Será divertido cuando hayas salido- sonreí sintiendo que una lustrosa estrellita surgía con su respectivo y sonoro “cling” en uno de mis dientes, todo galán.

- Está bien, espérame. Nos vemos pronto- Se levantó despidiéndose con esa sonrisa robada a Ellen Page.

- Daniela... – A veces creo que no fue tan malo ver tantas telenovelas de Televisa, pues se me da detener mujeres antes de su partida con cierto drama.

- ¿Si?- volteó su rostro interesada, como sabiendo de antemano que ahí venía de volado, el muchacho.

- Hoy te ves especialmete muy guapa.

¡Por favor! ¡Aplausos, aplausos! En estos tiempos ya no hay románticos pululando por el mundo.

- ¡Yaaa, no me digas eso! ¡Me pongo roja!- me regañó sonriente.

- Yo también un poco al decirlo- timidón el muchacho - pero es que realmente lo estás.

- Qué amable eres…, Agapo… ¡Bueno, nos vemos! mi clase ya inició- dijo para marcharse.

Me dirigí a las computadoras, pues tenía una hora libre y pienso que quizá alguno de ustedes, que cada noche reciben y (quiero creer) leen esto, me contestarán algo. Pasaron algunos minutos y de pronto apareció Karla con la Amable Japonesa, la de mi salón.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué se regresaron?- Pregunté, pues parecía que casi todos se habían marchado.

-  Por que voy a esperar a Daniela- sentenció Karla

- Yo ya me voy- dijo la Amable Japonesa - ¿Tú qué haces aquí, Agapo?

- Bueno, casualmente también esperando a Daniela.- dije con seguridad y viendo fijamente los ojos de mi rival- No te preocupes Karla, Daniela se regresa conmigo.

No contestó. Hizo como si nadie hubiera hablado. En cambio, fue a sentarse a una de las computadoras con cara de pedo.

- ¡Oh!- respondió en cambio la Amable Japonesa- ¿Por qué quieres pasar tanto tiempo esperando a Daniela?

- Para pasar la tarde juntos - contesté sin saber bien a bien a qué se refería la Amable Japonesa, pues su pregunta se me hizo más bien boba.

- Sí - interrumpió Karla- sobre todo porque tiene planes conmigo.

- ¿Ya tienen planes? – pregunté con indiferencia, pero seriamente sorprendido.

- Sí – Karla. Seca. Bruja.

- Pues le dije que la esperaba y me dijo que estaba de acuerdo - espeté- Supongo tendrás que prepararte para algún cambio de planes. Recuerda que Galán mata Mejor Amiga- saqué de la manga.

Silencio total. Karla viéndome con odio. Yo a ella con cinismo. La Amable Japonesa interrumpió.

- ¡Me voy!

Y se fue.

Karla y yo solos. La densidad del silencio crecía, insoportable. Volteé a verla, como pensando. Estaba sentado a escasos dos metros de ella. La miré fijamente. Ella sintió mi pesada mirada, de modo que contraatacó.

- ¿Qué?- preguntó violenta.

- Nada. – Agapo con total tranquilidad.

- ¡¡¿¿QUÉ??!! - casi gritó.

- ¡Nada!- Respondí hasta indignado.

Pero mi respuesta no era cierta. Sí había algo. ¡Claro que lo había! A partir de ese momento y hasta que Daniela se marche, Karla y yo lucharemos, nos despedazaremos y desangraremos. Seremos despiadados el uno con el otro. Fue vernos fijamente, hablarnos con la mente: "¡Hola enemiga! Bueno, aquí estamos. Tenemos que luchar para ver a quién elige Daniela. No hubiéramos querido ser enemigos, pero lo somos. Así es la vida, con su humor tan negro. Nosotros simplemente somos juguetes que elige el azar. Suerte en tu pelea, pues los dos la necesitaremos".

Volví la mirada y la fijé en el monitor. Ella se levantó y pensé que había logrado auyentarla con mi mirada matona. Pero al cabo de un rato volvió con Daniela. En efecto era la hora de salida. Daniela, sin saber qué había pasado en torno a ella, me saludó con entusiasmo y propuso que nos fuéramos. El comienzo de la primera batalla, que sorpresivamente Karla me dejó ganar. No habló en todo el camino y se fue siempre tres metros delante de nosotros, con paso apresurado. Bueno, eso estaba bien para mí. No aparté un instante mis ojos del rostro de Daniela. Y es que su similitud con Ellen Page, simplemete me fascina. Nuestra conversación fluyó hacia los Cuentos Peregrinos de García Márquez. Le pedí que me recordara algunos, pues los leí hace tiempo.

- ¡Hey! ¿Hay alguien ahí?- preguntó risueña.

- ¿Te refieres a mi?- contesté con torpeza.

- ¡Sí!, me ves pero sospecho que no me escuchas.

- Sí te escucho, claro que lo hago… Es sólo que también pienso.

- ¿En qué piensas? – preguntó coqueta.

Es increíble el parecido que tiene con Ellen Page, a tal grado que llegué a considerar que es ella, pero como no podría estudiar francés con tranquilidad, se inventó una nueva personalidad. Pero no, no, habla perfecto español y ya me ha contado muchos detalles del D.F, ¡pero hasta las pecas! Los ojos…, la forma del pelo... Daniela, te quiero besar. Daniela, sé mi esposa. Daniela, dime que te llamas Ellen Page.

- ¡¿Que en qué piensas?!
- ¡Ah..! - bajé de mi nube- En ti. Te veo y escucho por una parte. Por otra, al observarte pienso: “ pos sí está bonita la chamaca”.

- Eres un tonto.

- Daniela, tú no lo sabes, pero estos momentos quedarán escritos. Me das mucho material para crear.

- ¿Escribes?- preguntó interesada.

- Lo intento.

- Yo también escribo- presumió.

- Es difícil escribir, sin embargo- respondí.

- No. No lo es- determinó con decisión.

- Tienes razón. No lo es.

- A mi nadie me ha leído.

- Ni a mi- contesté.

Estábamos hecho el uno para el otro, ¿qué duda había de eso?

Llegamos a su estación y bajó junto a Karla, de quien ya no nos acordábamos. El camino fue largo y ella se sentó en otro lado. Pero siempre tuvo razón: tenían planes y para Daniela esperarla significaba acompañarla a sus rumbos, y nada más. Nos despedimos afectuosamente, con abrazo fuerte y prometiendo seguir hablando de literatura al día siguiente. ¡Ay mi sonrisa imborrable!

Otra hora más y llegué a mi estación, después a mi casa. Julio (Guatemala) y Yered (D.F) estaban por ir al cine. A pesar de mi cansancio, el cine para mí es oxígeno y me sumé al plan. Otra vez al metro. Vimos Episodio II, que tanto y tanto esperé en Torreón y cuando finalmente llegó tuve que venirme de emergencia para acá. Resultó espectacular. Me gustó. Mucho. Episodio II.

Llegué a casa cerca de la una. Había sido una larga batalla, aunque estaba seguro que la guerra por Daniela duraría unos días más.


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