Cartas en Montreal V
QUE
TRATA DE CUANDO AGAPO BUENDÍA INICIA UNA FEROZ BATALLA CONTRA LA MEJOR AMIGA DE
SU MÁS RECIENTE CONQUISTA, LO QUE PROVOCARÁ REACCIONES Y MIRADAS DE TODOS LOS
TIPOS.
Lo peor, lo
digo en verdad, lo peor que puede haber, y lo digo por experiencia, lo peor que
te puede pasar, ¡créemelo!, pero lo peor lo peor, ¡dime que me crees!, es que
la mujer que te gusta tenga una amiga posesiva. Resulta que Daniela tiene una
mejor amiga en la Academia, Karla, y desde que andamos para todos lados tan
juntitos, no ha tardado su pegajosa sombra en aparecer.
No vi a Daniela
sino hasta el segundo descanso. Se encontraba sentada junto con Karla, que ya
tenía actitud de policía. Llegué a saludar y me senté lo más cerca posible a
ella, para poder hablar en español, pues nos lo tienen prohibidísimo. Por fin Karla
entendió que nadie quería conversar con ella (sé que hablo por mí, pero en ese
momento pensé que toda la humanidad pensaba lo mismo que yo) y se levantó con
una excusa que apenas entendimos. Al fin solos:
- Te espero a
que salgas de clases, ¿cómo ves?- propuse, pues cabe mencionar que ella sale
una hora más tarde que yo.
- Bueno-
contestó encogiendo sus hombros- pero te advierto que esperarme no es lo más
divertido.
- Será
divertido cuando hayas salido- sonreí sintiendo que una lustrosa estrellita
surgía con su respectivo y sonoro “cling” en uno de mis dientes, todo galán.
- Está bien,
espérame. Nos vemos pronto- Se levantó despidiéndose con esa sonrisa robada a Ellen Page.
- Daniela... –
A veces creo que no fue tan malo ver tantas telenovelas de Televisa, pues se me
da detener mujeres antes de su partida con cierto drama.
- ¿Si?- volteó
su rostro interesada, como sabiendo de antemano que ahí venía de volado, el
muchacho.
- Hoy te ves
especialmete muy guapa.
¡Por favor!
¡Aplausos, aplausos! En estos tiempos ya no hay románticos pululando por el
mundo.
- ¡Yaaa, no me
digas eso! ¡Me pongo roja!- me regañó sonriente.
- Yo también un
poco al decirlo- timidón el muchacho - pero es que realmente lo estás.
- Qué amable
eres…, Agapo… ¡Bueno, nos vemos! mi clase ya inició- dijo para marcharse.
Me dirigí a las
computadoras, pues tenía una hora libre y pienso que quizá alguno de ustedes,
que cada noche reciben y (quiero creer) leen esto, me contestarán algo. Pasaron
algunos minutos y de pronto apareció Karla con la Amable Japonesa, la de mi
salón.
- ¿Qué pasó?
¿Por qué se regresaron?- Pregunté, pues parecía que casi todos se habían
marchado.
- Por que voy a esperar a Daniela- sentenció
Karla
- Yo ya me voy-
dijo la Amable Japonesa - ¿Tú qué haces aquí, Agapo?
- Bueno,
casualmente también esperando a Daniela.- dije con seguridad y viendo fijamente
los ojos de mi rival- No te preocupes Karla, Daniela se regresa conmigo.
No contestó.
Hizo como si nadie hubiera hablado. En cambio, fue a sentarse a una de las
computadoras con cara de pedo.
- ¡Oh!-
respondió en cambio la Amable Japonesa- ¿Por qué quieres pasar tanto tiempo
esperando a Daniela?
- Para pasar la
tarde juntos - contesté sin saber bien a bien a qué se refería la Amable
Japonesa, pues su pregunta se me hizo más bien boba.
- Sí -
interrumpió Karla- sobre todo porque tiene planes conmigo.
- ¿Ya tienen
planes? – pregunté con indiferencia, pero seriamente sorprendido.
- Sí – Karla.
Seca. Bruja.
- Pues le dije
que la esperaba y me dijo que estaba de acuerdo - espeté- Supongo tendrás que
prepararte para algún cambio de planes. Recuerda que Galán mata Mejor Amiga-
saqué de la manga.
Silencio total.
Karla viéndome con odio. Yo a ella con cinismo. La Amable Japonesa interrumpió.
- ¡Me voy!
Y se fue.
Karla y yo solos.
La densidad del silencio crecía, insoportable. Volteé a verla, como pensando. Estaba
sentado a escasos dos metros de ella. La miré fijamente. Ella sintió mi pesada
mirada, de modo que contraatacó.
- ¿Qué?-
preguntó violenta.
- Nada. – Agapo
con total tranquilidad.
- ¡¡¿¿QUÉ??!! -
casi gritó.
- ¡Nada!- Respondí
hasta indignado.
Pero mi
respuesta no era cierta. Sí había algo. ¡Claro que lo había! A partir de ese
momento y hasta que Daniela se marche, Karla y yo lucharemos, nos despedazaremos
y desangraremos. Seremos despiadados el uno con el otro. Fue vernos fijamente,
hablarnos con la mente: "¡Hola enemiga! Bueno, aquí estamos. Tenemos que
luchar para ver a quién elige Daniela. No hubiéramos querido ser enemigos, pero
lo somos. Así es la vida, con su humor tan negro. Nosotros simplemente somos
juguetes que elige el azar. Suerte en tu pelea, pues los dos la
necesitaremos".
Volví la mirada
y la fijé en el monitor. Ella se levantó y pensé que había logrado auyentarla
con mi mirada matona. Pero al cabo de un rato volvió con Daniela. En efecto era
la hora de salida. Daniela, sin saber qué había pasado en torno a ella, me
saludó con entusiasmo y propuso que nos fuéramos. El comienzo de la primera
batalla, que sorpresivamente Karla me dejó ganar. No habló en todo el camino y
se fue siempre tres metros delante de nosotros, con paso apresurado. Bueno, eso
estaba bien para mí. No aparté un instante mis ojos del rostro de Daniela. Y es
que su similitud con Ellen Page, simplemete me fascina. Nuestra conversación
fluyó hacia los Cuentos Peregrinos de García Márquez. Le pedí que me recordara
algunos, pues los leí hace tiempo.
- ¡Hey! ¿Hay
alguien ahí?- preguntó risueña.
- ¿Te refieres
a mi?- contesté con torpeza.
- ¡Sí!, me ves
pero sospecho que no me escuchas.
- Sí te
escucho, claro que lo hago… Es sólo que también pienso.
- ¿En qué
piensas? – preguntó coqueta.
Es increíble el
parecido que tiene con Ellen Page, a tal grado que llegué a considerar que es
ella, pero como no podría estudiar francés con tranquilidad, se inventó una
nueva personalidad. Pero no, no, habla perfecto español y ya me ha contado
muchos detalles del D.F, ¡pero hasta las pecas! Los ojos…, la forma del pelo...
Daniela, te quiero besar. Daniela, sé mi esposa. Daniela, dime que te llamas
Ellen Page.
- ¡¿Que en qué
piensas?!
- ¡Ah..! - bajé
de mi nube- En ti. Te veo y escucho por una parte. Por otra, al observarte
pienso: “ pos sí está bonita la chamaca”.
- Eres un
tonto.
- Daniela, tú
no lo sabes, pero estos momentos quedarán escritos. Me das mucho material para
crear.
- ¿Escribes?-
preguntó interesada.
- Lo intento.
- Yo también
escribo- presumió.
- Es difícil
escribir, sin embargo- respondí.
- No. No lo es-
determinó con decisión.
- Tienes razón.
No lo es.
- A mi nadie me
ha leído.
- Ni a mi-
contesté.
Estábamos hecho
el uno para el otro, ¿qué duda había de eso?
Llegamos a su
estación y bajó junto a Karla, de quien ya no nos acordábamos. El camino fue
largo y ella se sentó en otro lado. Pero siempre tuvo razón: tenían planes y
para Daniela esperarla significaba acompañarla a sus rumbos, y nada más. Nos
despedimos afectuosamente, con abrazo fuerte y prometiendo seguir hablando de
literatura al día siguiente. ¡Ay mi sonrisa imborrable!
Otra hora más y
llegué a mi estación, después a mi casa. Julio (Guatemala) y Yered (D.F)
estaban por ir al cine. A pesar de mi cansancio, el cine para mí es oxígeno y
me sumé al plan. Otra vez al metro. Vimos Episodio II, que tanto y tanto esperé
en Torreón y cuando finalmente llegó tuve que venirme de emergencia para acá. Resultó
espectacular. Me gustó. Mucho. Episodio II.
Llegué a casa
cerca de la una. Había sido una larga batalla, aunque estaba seguro que la
guerra por Daniela duraría unos días más.
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