Cartas en Montreal XIX
QUE
TRATA DEL PRIMER TROPIEZO QUE SUFRE AGAPO BUENDÍA EN SUS LABORES DE AMO DE CASA
AL QUEMAR DOS FUSIBLES DE LA SECADORA POR SOBRECARGARLA.
Mi ropa
interior se encuentra dando vueltas en la lavadora. Sentado con parsimonia
frente a ella, te escribo. Posteriormente pasará a la secadora, que ya han
venido a componer. Era urgente que lo hicieran porque sólo me queda un boxer
limpio – recuerda que sufrí una baja, aquél día…- el de mañana y si no lavo ya,
urgente, la humanidad se atrasará como dos siglos.
Pero fue mi
penitencia y novateada la descompostura de la secadora, que no fueron más que
dos fusibles achicharrados tras recargarla con absolutamente toda mi ropa.
-
Si la voy a lavar- pensé- la
lavo toda de una vez.
Me podrás decir
que simplemente la ponga a secar, pero con el frío que ya está haciendo, no se
seca. Al contrario, se humedece y la casa comienza a oler más bien gachón. Es
obligatorio usar la secadora y está prohibido descomponerla. Yo hice ambas
cosas.
Pero en lo que
la compusieron, como ya había lavado todo (y como mencioné, había metido todos
mis harapos) no se podía secar y me quedé con sólo una playera ligera y un
short. El martes por la mañana, con un aire fuerte, frío y con amenazas de
lluvia de un cielo muy gris, me fui a la Academia con toda la actitud de un
despistado turista en Can Cún, mientras que todos vestían con algo más protector.
No tenía opción. Era lo único que me quedaba seco y eso por casualidad, pues me
olvidé de echar esas prendas a la lavadora también. En el salón todos me
preguntaron que por qué tan veraniego.
-
¿Esto es frío para ustedes? –
contestaba a manera de pregunta, todo retador y lleno de valentía, pero
sientiendo frío en las piernas y brazos.
Afortunadamente
no llovió, pero el regreso fue insoportable. Los grandes edificios forman
corrientes de aire que me hicieron añorar el calor tan feroz de la Laguna, en
donde puedes empaparte completamente y a los tres minutos y medio estar de
nuevo seco. No obstante llegué a casa, me avisaron que la secadora funcionaba
ya y que pagara los fusibles. Así hice.
A la casa del
Big Jean ha llegado un árabe llamado Ali. Y nada más para repasar, vuelvo a
nombrar a los protagonistas de esta casa: Miguel, Yered, Gabriel y Agapo Buendía
de México; Veder de Siria; Igor de Israel; Yoshi de Japón; Julio de Guatemala;
Giovanni de Venezuela y Ali de Arabia.
Al único que no
soporto es a Igor, su sola presencia me causa malestar: es alto, bobo, con los
pantalones hasta el ombligo, camina pesado y encorvado, con nada está de
acuerdo, de todo discute, sólo está corrigiendo pronunciación y nunca termina
de hablar, hablar y hablar...
Veder (Siria) y
Yered (D.F) tuvieron problemas, son los más jovenes de la casa y por ende han
convivido más, pero se comenzaron a decir tantos apodos que con el transcurso
de los días le fueron subiendo de tono (ya me imagino Yered, tan chilango) que
se les fue el cotorreo de las manos, llegaron a la agresión, los insultos y al
final casi llegan a los golpes, sino es por la intervención de Miguel y Julio.
Mr Jean amenazó con expulsarlos y desde entonces está muy irritable, y como ya
existe el antecedente de Eddy y Denisse, todos andamos como santos por la casa.
Yo sigo
teniendo en gran estima a Miguel (Manzanillo) y a Julio (Guatemala), desde que
hicimos el viaje a Toronto y Niágara nos acercamos más; Giovanni (Venezuela) es
un excelente tipo, alegre, fiestero, bonachón, a diferencia de lo que pensé
cuando lo conocí, donde se me hizo más bien pesado. A Yoshi sólo lo he visto
pasar como tres veces por la cocina todo este tiempo, desde mi primer día que
hablé con él, no ha vuelto a figurar. Supongo tenemos horarios muy distintos.
A la casa de
enfrente han llegado dos estudiantes muy guapas y de inmediato se convirtieron
en la sensación de la casa del Big Jean. Todos mis hermanos, como cuervos
hambrientos revoloteando a su alrededor, buscan conversación y lucir sus
habilidades frente a ellas, incluídos el tímido Alí y el necio de Igor. Pero
está bien, necesitabamos presencia femenina. La mayor es Julia, de España, que
huyendo de las galanterías de mis amigos me ha buscado en mi solitaria barda en
donde por las noches prendo un cigarro con toda la pose de Alberto Vázquez. Julia
es una gran conversadora y las horas se han precipitado entre charlas de cine,
poetas y ciudades europeas que nos gustan a ambos. Le conté que no es la
primera española que conozco, que en Toronto tuve una novia de allá y que su
forma de hablar me recordaba a la de Inma.
-Mirá - dice
con su peculiar castellano- que la gente de Canarias (Inma era de Islas
Canarias) tiene un acento más puro, muy nítido, como armonioso. Es muy…, muy…
-Muy hermoso –
completé con orgullo recordando a mi princesa de chocolate de ojos verdes.
-Vale, si vos
decís - sentenció.
La otra vecina es
Fernanda, de Brasil. Tiene bonito cuerpo esculpido de deportista y no sin
razón, pues todo el tiempo quiere jugar fútbol y es realmente buena. Me
sorprendió cuando en efecto fuimos a jugar el pasado lunes y, al estar ella en
mi equipo, hicimos todo tipo de jugadas de fantasía, pases, triangulaciones y
trazos que muchos hombres no me han entendido. Muy rápida y sagaz la pequeña
Ronaldita.
En cuanto a
romance con ellas, yo no le entro. Prefiero las conversaciones con Julia y el
jogo bonito con Fernanda que entrar en más brocas. Además, si no resulta, tener
a tu ex novia de vecina puede ser un martirio. Sin embargo hemos conectado como
grupo y fuimos ya al cine un par de veces con ellas (Halloween y El Reino del
Fuego) y puedo asegurar que fui el único que vio las películas, pues los demás
se mantuvieron al pendiente de nuestras vecinas: que si todo estaba bien, que
si se les ofrecía algo más, que si estaban cómodas, que si te traigo otro
refresco... A veces la urgencia apremia.
Como ahora a
mi, que me urge ir a hacer pipí.
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