miércoles, 5 de junio de 2013

Carta 27


* El escritor sabe que Giovanni pronto regresará a su país y aprovechando la efervescencia de Big Brother en México, se permite jugar con libertad con la dinámica y palabras del programa.


Cartas en Montreal XXVII

QUE TRATA DE LA VEZ EN QUE AGAPO BUENDÍA ES NOMINADO PARA SALIR DE LA CASA DEL BIG JEAN JUNTO CON OTRO DE LOS INTEGRANTES*.


Dentro de diez días se decidirá quién tendrá que dejar la casa del Big Jean. Si Giovanni el venezolano, quien fue nominado por ser demasiado reservado y pasivo en los últimos días, o el buen Agapo Buendía, a quien le ha afectado haber tenido pleitos tan continuos con dos habitantes de la casa.

Los pronósticos apuntaban a que uno de los nominados sería el nuevo integrante español, César: antipático, creído, malhumorado, desconfiable. Lo increíble es que el mismísimo Igor, que carece de popularidad con el público y con sus mismos hermanos de la casa, tampoco fue nominado, a pesar de ser geniudo, criticón, gritón, insportable y pesado. Se pensaba que estos dos últimos conformarían la terna, pero no, los elegidos por los votantes son Giovanni y Agapo Buendía.

Y es que todo indica que la gota que derramó el vaso fue el viernes por la mañana cuando Agapo, cual vil ladrón, se robó un desayuno del refrigerador. Se había levantado muy tarde, apenas llegaría a tiempo a clases si realmente se apresuraba, pero el hambre lo corroía. Llegó a casa de Mr Jean, abrió el refrigerador casi por inercia y al encontrar una bolsa de cartón con dos sándwiches de jamón, un plátano y un jugo, en cuestión de micro segundos tomó la bolsa, se la puso en el pecho dentro de su sudadera y se dirigió con paso acelerado a la estación de autobus, en donde una vez dentro y bien sentado, lo devoró todo.

Esa misma noche Agapo iba a escuchar a Mr.Jean decirle con tono desesperado a alguien por teléfono.

- ¡Es increíble lo que pasa en esta casa! Tenía el desayuno ya listo cuando fui dos minutos al baño. Al regresar a la cocina, abrí el refrigerador y no había desayuno, no había bolsa y no había nada.

- Quizá fue un duende Mr. Jean - pensó Agapo- uno nunca sabe.

Ese día Agapo iba a pasear solo por las viejas calles de Montreal, pues todos los demás decidieron irse a Ottawa y no llegaron sino hasta en la noche. Agapo estuvo en el puerto, caminó mucho tiempo, comió y bebió café en varios sitios y en resumen, simplemente se limitó a existir.

Por la madrugada, Miguel, Yered y Julia llegaron de Ottawa y Agapo estaba solillo en las escaleras del porche de la casa, ellos tenían demasiada hambre y él se ofreció a acompañarlos a cenar. Se dirigieron a un café cercano, ordenaron, bebieron y conversaron de diversas cosas, sobretodo de su viaje a Ottawa, ciudad que Agapo rechazó porque la encuentra muy aburrida.

En el camino de regreso, ya muy tarde, mientras caminaban, Yered preguntó:

- ¿Supieron que le robaron el desayuno a Mr.Jean?

- ¿Cómo que le robaron el desayuno? – cuestionó Miguel.

- Sí, que ya lo tenía listo y que apenas se distrajo, desapareció del refrigerador.

- Supe - contestó Agapo – estoy seguro que fueron los duendes.

- ¿Cuáles duendes? – Julia.

- Unos duendes – sentenció Agapo- En la casa hay duendes.

Y sí. Los había.

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