martes, 25 de junio de 2013

Carta 37


Cartas en Montreal XXXVII

QUE TRATA DE CUANDO AGAPO BUENDÍA RELATA LAS NUEVAS MALAS DE LA CASA DEL BIG JEAN, Y DE CÓMO JULIA SE DESPIDE DE ESTA HISTORIA PARA REGRESAR A SU PAÍS.


La casa del Big Jean se ha convertido en un lugar lleno de sucesos, gritos, pleitos, problemas, discusiones, risas y hasta retos.

A muy poco estuvo Yered de golpear al insoportable de César y, sino es porque Miguel logró separarlos y tranquilizar al primero, el pobre de César hubiera quedado más miserable de lo que ya es. La verdad es que yo no estuve presente, pero uno a uno me contó su versión y sorprendentemente todos coinciden. César ya esta advertido: otro comentario estúpido, otro grito hacia alguien de la casa y nadie lo va a defender, todo lo contrario, cada uno le proporcionará un merecido y doloroso patín.

Por si esto fuese poco, Mr. Jean y Miguel tuvieron un problema de primer grado. Aunque soy de los pocos que sé las causas, me es imposible revelarlo por lo delicado del tema.

Por otra parte, la señora de la casa lleva tres días internada en el hospital y yo apenas me entero. Desconozco los motivos y el estado de su salud. La casa en donde duermo ahora siempre está sola y no hay quien me informe.

Supongo que uno nunca llega a acostumbrarse a las despedidas. Dolorosas como son, es imposible evitarlas y más en un viaje como éste. Es como la muerte, todos sabemos que nos iremos pero no es hasta que llega el momento cuando se vuelve parte de nuestra realidad y es cuando se vuelve demasiado tarde. Miro atrás y no concibo esta aventura sin la presencia de Julia, tan deprimido y nostálgico como he andado, su conversación, consejo y compañía me brindaron momentos tan cálidos. Además, mi promesa de verdadera amistad pienso mantenerla a través de los años y años que están por venir.

Julia ha dicho adiós, eso es un hecho. Se ha ido. Ha regresado a España. Aquí encontró el amor con el que siempre había soñado, Miguel, que fue el mejor novio que pudo haber tenido y que tendrá.

Si fue un dramón ver los comienzos de su despedida, imagino cómo fue cuando los dejamos solos.

En esta vida, lo más terrible es decir adiós.

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