viernes, 14 de junio de 2013

Carta 32


Cartas en Montreal XXXII

QUE TRATA DE CUANDO AGAPO BUENDÍA NO ESTÁ PARA CONTARLO, NI USTEDES PARA SABERLO, PERO...

Ahora sí que las cosas en la casa se pusieron calientitas. Hemos conocido el lado oscuro de Mr.Jean y no es precisamente el más agradable. Es una fortuna que Miguel, Julio, Giovanni, Yered y yo estemos tan unidos, porque de lo contrario, supongo nos darían mucha inestabilidad los arranques de cólera de Mr. Jean y las manifestaciones maniacas de los otros habitantes de la casa como pasa con Igor y con César.

Era de noche y los apenas mencionados nos encontrábamos en el balcón de la habitación de Giovanni tomando algunas cervezas. Platicando, recordando cosas vividas por nosotros y riéndo con descaro. De pronto Mr Jean entró fúrico a donde nos encontrábamos, desorbitado, rabioso y malévolo. Comenzó a gritar que quién había dejado los platos sucios. A decir todas las malas palabras que hay en francés, inglés y español. Moviendo mucho los brazos, rojo rojo rojo todo su cuerpo y cara. Nosotros no hacíamos más que mirarle y escucharle.

Terminó de gritar y se fue dando un escandaloso portazo. Giovanni y Julio decidieron ir a lavar los platos, no importando quién hubiera sido quien los dejo así. A los pocos minutos entró nuevamente Mr. Jean y nos comenzó a regañar otra vez por lo mismo, con las mismas palabras, los mismos movimientos y por las mismas causas. Nosotros sólo le veíamos. Terminó con nosotros y se fue con Julio y Giovanni a la cocina. Continuó el regaño. Se escuchó el sonido de unos platos como si los hubiesen aventado. Como puedes ver, Mr. Jean estaba enojado.

La noche continuó e Igor se unió a nuestra terraza. Olvidó mis palabras de reto y distancia para con él, y comenzó a platicarme de lo triste que está: dice que ya está aburrido y cansado, que le queda aún más de un mes y ya no encuentra qué hacer. Que no ha hecho amigos, que nadie quiere platicar con él. Que Mr. Jean lo ignora, Veder lo evita y se la pasa solo. Y lo que es peor, reprobó su examen de francés porque nunca lo practicó correctamente. Lo escuché atentamente, pero sin aconsejarlo. No vaya a ser yo el burro que se convertirá en su único amigo y luego para quitármelo. Terminó diciendo que no soporta a César y con eso me cayó un poquito bien. Ya al menos en algo hemos coincidido.

Y si Mr. Jean se enojó con nosotros sin saber concretamente quién había dejado los platos sin lavar (aunque nosotros concluimos que fue Yoshi) ahora nosotros somos los enojados con él. Cuando llegamos de Quebéc comenzada la noche (aventura que contaré en la siguiente carta) lo hicimos hambrientos y felices de que finalmente comeríamos, pero, ¡Oh desagradable sorpresa! el refrigerador estaba vacío. No había comida en él. No había comida para nosotros.

Telefoneamos a Mr. Jean para ver qué había pasado con la comida que nos correspondía, pues todo lo pagamos mensualmente y eso debemos tenerlo resuelto de antemano. Argumentó una serie de estupideces que mejor decidimos colgarle e ir a cenar por nuestra cuenta y ya te imaginarás todo lo que lo viboreamos. Una vez satisfecho el apetito, cada quien se fue a dormir.

- Total que uno aquí ya no sabe ni qué- fue mi último pensamiento antes de quedarme dormido

No hay comentarios:

Publicar un comentario